Horacio Cartes estrecha sonriente la mano de Hugo Velázquez, saliendo del Palacio de López. Atrás, Walid Amine Sweid, vinculado a Hezbollah por la inteligencia americana.
Escribe: Luis Alen.
La ebullición social crece por la insistencia de Horacio Cartes en imponer la enmienda para la reelección pisoteando la Constitución. Ahora saca también gente a las calles, como queriendo impresionar sobre un supuesto masivo apoyo popular. La oposición no se deja impresionar y convoca nuevamente a más concentraciones, tanto en la capital como en el interior del país.
El abierto desafío de HC no solo es contra el Estado de Derecho en el país, sino también contra los pronunciamientos de gobiernos extranjeros. El nuncio apostólico del Papa le pidió expresamente no enervar los ánimos de la población mientras delibera la mesa de diálogo con la mediación de la Iglesia católica, en tanto que la conferencia de obispos ya se expidió exigiendo el retiro del proyecto de enmienda inconstitucional.
Cartes ya debió retirar la enmienda la semana pasada, ante la posición asumida por el Gobierno de Estados Unidos, que igualmente le solicitó retirar la enmienda por considerarla que va en contra de una clara disposición de la Constitución paraguaya de 1992.
Rechazo a la reelección
No sólo hubo un enfático comunicado de la embajada norteamericana en Asunción en el que se pedía al Gobierno paraguayo que no convulsione el país con una revisión de la Constitución no prevista en el mismo texto de la Ley Fundamental (la enmienda para la reelección), sino que ahora se filtró que el Gobierno de Donald J. Trump le hará saber a Horacio Cartes que no ve con buenos ojos su reelección.
La objeción principal a la continuidad cartista es la comprobación de lazos muy estrechos de personajes del entorno presidencial con una red de lavado de dinero relacionada con el crimen organizado de Ciudad del Este, que a su vez tiene conexiones muy fluidas con el terrorismo islámico, según las fuentes de la inteligencia americana.
Coincide la constatación con los informes según los cuales durante el Gobierno de Cartes continuó floreciente el nexo entre las operaciones de contrabando, narcotráfico, tráfico de armas y lavado de dinero, con la financiación del terrorismo en la Triple Frontera, especialmente con el grupo radical libanés pro iraní Hezbollah (el Partido de Dios, en árabe)
Se debe recordar que Hezbollah es uno de los enemigos declarados de los Estados Unidos y desde fines del año pasado son investigadas operaciones de supuesto lavado por US$ 1.200 millones en el sector financiero y casas de cambio de CDE, donde sobresale el nombre de Walid Amine Sweid, un empresario libanés que estaría relacionado con la organización terrorista y que al mismo tiempo posee contactos muy cercanos con miembros del entorno presidencial, como el presidente de la Cámara de Diputados, Hugo Velázquez, y Javier Zacarías Irún, el jefe del Clan esteño del mismo apellido, actual vicepresidente del Partido Colorado. Ambos aparecen como los principales impulsores de la reelección vía enmienda de Cartes.
La demora de la Corte Suprema para expedirse ante la acción de inconstitucionalidad del Senado contra la irregular modificación del reglamento del cuerpo legislativo, no hace otra cosa que confirmar lo que ya vienen diciendo los informes norteamericanos acerca de la sumisión de la Justicia ante los mandatos del poder cartista, lo que hará muy difícil una lucha frontal contra la corrupción y el crimen organizado, verdaderos caldos de cultivo para el florecimiento de lo que más preocupa a Estados Unidos, como es la consolidación de una cabeza de puente en el Paraguay para el financiamiento del terrorismo internacional.
Mano dura de Trump
Con el triunfo de Donald J. Trump en noviembre pasado, se abrió una serie de interrogantes sobre el futuro de la política exterior norteamericana, como un posible giro de Washington a concentrarse más en los asuntos domésticos que seguir siendo el “gendarme del mundo”.
Sin embargo, un verdadero golpe de timón y demostración de mano dura dio Trump la semana pasada, con el ataque con 59 misiles contra una base aérea de Siria, sacándole el predominio en Medio Oriente que venía mostrando el presidente ruso Vladimir Putin, quien había confiado precisamente en que Trump le seguiría permitiendo un papel protagónico en el mundo árabe, en la medida en que se profundizaba la retirada norteamericana de la región, con la política de no intervención en el conflicto sirio.
El advenimiento al poder de Trump también le movió a Horacio Cartes a volver a insistir con el tema de la enmienda, después que haya indicado a fines de octubre de 2016 que no deseaba continuar con un expediente que causaba crispación en la sociedad paraguaya.
HC llegó a maquillar su obsesión por la reelección al dejar supuestamente que “la gente decida”, con el apoyo de Fernando Lugo y su grupo izquierdista del Frente Guasu, así como de la fracción liderada por Blas Llano en el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), lo cual le dio suficiente empuje a Cartes para dar el paso final de la arremetida contra el Senado el “viernes negro” del 31 de marzo.
Cuando todo parecía salir a pedir de boca, ocurrió la reacción popular con la quema del Congreso y el asalto de la policía cartista contra el local del PLRA, como venganza y amedrentamiento por la salida de la población a las calles. Al día siguiente, el comunicado de la embajada de Estados Unidos no dejaba dudas sobre hacia dónde apunta el Gobierno de Washington, contrario a la enmienda y a una posible reelección de HC.
Un informe demoledor
Los departamentos de Estado, del Tesoro y de Seguridad Interior, así como las agencias, Central de Inteligencia (CIA) y Antidrogas (DEA), presentaron al Congreso de USA un informe demoledor contra el Gobierno de HC, en relación a sus conexiones con los grupos del crimen organizado y el financiamiento de éstos al terrorismo internacional, principalmente el grupo pro iraní Hezbollah.
Cartes venía realizando un intenso “lobby” con legisladores del Congreso norteamericano para apoyar el proceso continuista del Gobierno paraguayo actual, pero la constatación de los nexos probados entre narcos y lavadores de dinero en la Triple Frontera con el grupo extremista Hezbollah, fueron determinantes para que la potencia hegemónica le bajara el pulgar a HC.
Cartes había presentado a su favor el hecho de que habría contribuido a detener la influencia bolivariana e iraní en Sudamérica y la existencia de un régimen de derecha pro norteamericano en Paraguay, pero los datos sobre las cantidades exorbitantes de dinero manejadas por el círculo áulico presidencial a partir de las operaciones de lavado de dinero procedentes de toda clase de tráficos y del contrabando, con parte de esos fondos que así irían a parar a Hezbollah, aflojaron el entusiasmo de los legisladores hacia Cartes.
El golpe de gracia vino ahora con el cambio de rumbo de Trump en Siria, decidido a seguir golpeando duro al régimen de dicho país, apoyado por Rusia e Irán. El bombardeo con misiles de la semana pasada ha sido también un ataque contra Hezbollah, que es uno de los bastiones que defienden a la dictadura siria.
Una foto en la que se ve a Horacio Cartes sonriente junto a Hugo Velázquez, saliendo del Palacio de Gobierno, y atrás el libanés Walid Amine Sweid, no gustó para nada en Washington.
La conclusión lógica de los norteamericanos es que si se admite la continuidad de HC en el Gobierno, los lazos de las organizaciones criminales fronterizas con el financiamiento al terrorismo podrían seguir creciendo, lo que evidentemente va en contra de la seguridad nacional de Estados Unidos.
Si persiste Cartes con la enmienda y la reelección, es posible que despierte más encono de Washington hacia su persona, lo que le sería muy perjudicial para su futuro, ya que aún está pendiente sobre él una investigación de la DEA y posibles imputaciones del Departamento de Justicia, que actualmente ya le tiene preso en EE.UU. a un amigo suyo, Juan Angel Napout, y le quiere llevar a otro, Nicolás Leoz, ambos investigados por el escándalo del fútbol mundial, el FIFA Gate.
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