La prensa debe ser absolutamente independiente, eso es posible: basta con trabajar con vocación. Es más, para ejercer el periodismo, yo pienso que debe haber “vocación”, es una condición sine qua non.
Yo siempre dividí a las personas que ejercen una profesión en tres tipos: Profesionales, Ocasionales y VOCACIONALES, los primeros ejercen la profesión en la búsqueda de réditos económicos y Status social; los Ocasionales son personas que ejercen la profesión sin tener siquiera la más remota idea de la importancia del trabajo que ejerce, la colocaron allí por cuestiones políticas u otras razones ajenas al ejercicio de la profesión, éstos son tremendamente improductivos, excepto raras excepciones claro, además de ser una carga pesada para el Estado. Luego está el que ejerce la profesión por amor a ella y su meta esta en el resultado laboral, en el aprovechamiento pleno de su capacidad.
La prensa no escapa a esta regla, para peor, el periodista tiene a sus espaldas un editor o dueño del medio que, más que nada, busca el lucro, para lograrlo puede maximizar una noticia hundiendo o defendiendo al protagonista según su propia ventaja. Otras veces es el propio periodista el que hace eso. De todos modos nada de lo antes expuesto es mérito para querer coartar la libertad de información de la población en general, los funcionarios públicos, se deben al púbico, razón de ser de su función. La entidad en la que trabaja es propiedad del Pueblo, por ende sujeto a fiscalización y critica, así como la función del mismo.
Evidentemente que el primer “Funcionario público”, con prioridad en la línea de fuego de las críticas y fiscalizaciones es el Presidente de la República, él tiene la más absoluta obligación de cumplir esta premisa.
Cuando un funcionario firma un contrato con su empleador, pone a entera disposición de éste sus horas, y su capacidad, laborales. Dentro de éstos ítems esta también su capacidad moral, su comportamiento, dentro y fuera de la empresa, ya que representa a la imagen de la empresa que lo contrato.
El Presidente de la República está dentro de este marco de criterios, al menos para mí.
Callar los errores no solucionara el problema, callar a la prensa, esconder el hecho “bajo la alfombra”, no hará desaparecer la ineficiencia del funcionario, ni el error laboral y los daños que el hecho causo al Estado.
Por eso la LIBERTAD ABSOLUTA DE PRENSA, es indispensable.
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