El socialismo y la oligarquía

Cuando los cristianos de la época se reunían, trabajaban en “comunidad” y buscaban “estrategias que los fortalezcan en esa “unidad” la monarquía se vio amenazada en su poder “subyugador”; se corría el riesgo de que el pueblo se despierte de su letargo, se niegue a pagar los altos impuestos para mantener los “gastos superfluos” de la monarquía y, peor aún, dejar de obedecer reglas esclavistas absurdas, donde el humano es explotado por el humano. A la monarquía poco le importaba que el pueblo tuviera “sus dioses”, lo que no podían permitir era que se unieran, se fortalecieran y encontraran otro líder que no sea la oligarquía de la época.

A lo largo de la historia se “diabolizó” la lucha social, si por ahí, a la oligarquía, se les escapaba de las manos el control del poder total, se sostenían en la “criminalización” de la lucha social; para ello contaban con dos métodos bien definidos: la infiltración en las filas de las organizaciones sociales de elementos que “cometan cualquier crimen” con eso no se le culpaba a la persona sino a la organización y sus ideales en su todo, o la catequización de la población mediante los medios masivos de comunicación bajo el mando de la oligarquía actual, una oligarquía nada diferente de aquella de la monarquía, en sus fines y principios.

La población paraguaya sufre hoy las consecuencias del sistema “idiotizante” de los más de 60 años de dictadura. Un sistema que implantó el aislamiento de la población común a las referencias políticas y domesticó a la Iglesia de tal forma que una gran parte del clérigo permitía, o al menos “omitía” los descalabros morales de la dictadura y ese sistema dura hasta la fecha, lo cual impide que el gobierno actual trabaje con cierta libertad.