Lidia Amarilla, ya no es apenas el nombre de una humilde mujer de 48 años, que trabaja de limpiadora en un aeropuerto.
En esta semana, Lidia, fue protagonista de un hecho que, estoy seguro, para muchos es muy raro. Muchas personas deben estar tratando a Lidia como una “vyra” (sonsa) que no aprovechó su suerte.
Creo que la suerte de Lidia no estaba en el contenido de la billetera que encontró y sí en la decisión que tomó después de encontrarla.
Si ella hubiera tomado la billetera y guardado para sí, el rumbo de su vida hubiera cambiado ciertamente, 2 mil dólares (y algo mas) tienta a cualquiera a levantar su propio “negocio”, dejar de lavar baños y todo más. Pero Lidia fue inteligente, no optó por lo fácil ni lo efímero, optó por lo mejor, por lo más duradero: Su honestidad, esa virtud no puede ser cambiada ni por todas las divisas del mundo. Lidia es la imagen de la mujer paraguaya que da su vida para seguir viva y fuerte, es la imagen de la mujer paraguaya que pelea y no se amilana ante las adversidades.
Lidia seguirá trabajando en lo mismo, pero con la frente en alto, reconocida por sí misma y por todas las personas que saben que ser honesta da mejores recompensas que “aprovechar” la suerte.
Mientras en nuestro país, los parlamentarios, jueces, fiscales y Ministros de la Corte, que deberían ser la esencia de la honestidad, son los que más deshonestidad demuestran en el cotidiano de su vida, esta mujer muestra que ser honesta es toda una virtud a ser imitada.
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