-Eñesû py cheve pepe nde comunista infelí…- (Arrodíllese allí comunista infelíz)
-Moô oime Ramón González, neremombe’uiramo emanôta ko pyharepe-(Donde está Ramón González, si no lo cuentas, morirás esta noche)
-Emoingue ñandeve ko añarak….peguaré pe piletape, to’u pe tek…rykue, peva ko pya’e omo ñe’ê vaerâ chupe anga- (Métanla en la pileta, cuando empiece a beber el agua con mierd… ya hablará)
Todo el tiempo hablaba solo el policía y sus ayudantes, la víctima parecía ya en el límite de sus fuerzas, moretones por todos lados, rastros de golpes y quemaduras. Creo que obvia decir que la víctima era una mujer, lo que hay que resaltar era que TENIA APENAS 21 AÑOS Y ESTABA EMBARAZADA DE 6 MESES, fue la única que no pudo escapar al cerco policial en una redada en San Juan Misiones, algunos días después de la pascua dolorosa de 1.976, o 1.977 no recuerdo muy bien, y el tal Ramón no era otro sino su marido. Aquel diálogo precedente se desarrollaba ya en la tercera noche de tortura de, llamémosla Felicia, esta señora de apenas 21 años y con un ser gestándose en su vientre, ser que nunca verá la luz porque tanto él como su madre murieron aquella madrugada después de la sesión de torturas. Claro que ella no fue la única víctima de estos torturadores profesionales al servicio de inescrupulosos aliados de Stroessner, mucha gente murió a manos de ellos, otros han “desaparecido” (éstos también pueden ser considerados “muertos”) otros, un poco más afortunados pudieron obtener asilo político en países vecinos y europeos, mayoritariamente en la Argentina.
Eran escenas de terror, vividas y oídas por cientos de gentes. Las cifras de torturado, muertos y desaparecidos que produjo la dictadura nunca serán exactas. Hay demasiados elementos conexos que los fanáticos del viejo sistema quieren esconder. Puede que sean 3.500, como puede que sean 10.000. Nadie tiene idea exacta de la magnitud de este genocidio civil por el cual nadie fue inculpado, todos han muerto sin haber sido procesados y, mucho menos, despojados de los bienes malhabidos.
Hoy el Gobierno de Fernando Lugo tocó la herida más dolorosa de nuestra historia, historia de la cual Ananías Maidana hizo parte en forma de víctima.
Lugo impuso a Ananías Maidana la condecoración “Orden Nacional del Mérito en el grado de Gran Cruz” y en esta condecoración está implícita el pedido de perdón en su carácter de Presidente de la República a todas aquellas personas que fueron perseguidas, torturadas, exiliadas y muertas por el solo pecado de no estar de acuerdo con un sistema oprobioso, sostenida en aquel entonces por Estados Unidos.
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