La libertad de expresión, por ende de la prensa, es condición “sine qua non” para el fortalecimiento de la democracia y la democracia es la mejor manera de administrar un país. Las dictaduras ya no tienen razón de ser, cualquiera sea su ideología, pensar que solo hay dictaduras comunistas o “socialistas” es absolutamente equivocado.
En la deuda externa, los países acreedores ejercen una dictadura económica sobre los países deudores.
No se “defiende una democracia” acallando voces ni opiniones, ya lo dije una vez, y lo repito aquí: no es escondiendo la basura bajo la alfombra como vamos a “limpiar la casa”.
Ahora, “aprovecharse de esa libertad de expresión” para desviar la atención hacia intereses políticos, económicos y personales eso sí es deleznable y es también una forma de dictadura, considerando que la prensa ejerce una imponderable función social formadora de opiniones. Dependiendo de la prensa en el país, se puede tener una población sumisa, conformista; como también se puede tener una población rebelde, idealista y revolucionaria (en el sentido positivo de la revolución). Para ejemplo de esto que aquí expongo quiero traer a la memoria la época de los semanarios liberales de los años 70, “EL PUEBLO” semanario de los febreristas, así como “COMUNIDAD” órgano de la iglesia católica, en aquel entonces todos ellos gritaban las desigualdades sociales, las injusticias y daban voz a quienes no la tenían. Ninguno de ellos necesitó exagerar en sus observaciones para despertar en ciertos grupos la rabia y la indignación por la situación política y las mentiras económicas que atravesaba el Paraguay de Paz y Progreso con Stroessner, apenas decían lo que pasaba en su real dimensión. Por otro lado estaba PATRIA “El diario de circulación dirigida y compra obligatoria” que buscaba “catequizar” a los funcionarios públicos, por ende a todos sus allegados, a “endiosar” el gobierno de la “Segunda reconstrucción nacional” o sea hacer de Stroessner un “semi dios”, lo increíble de todo es que PATRIA tuvo más efecto en su prédica que todos los semanarios juntos.
De lo antes expuesto, deducimos que mintiendo se gana más adeptos que diciendo la verdad. Para avalar aun más mi teoría les pongo como ejemplo las autoridades que tenemos y a quienes se les ha votado en sus cargos. Ganaron los más mentirosos; el pueblo sabía que estaban mintiendo, la gente votante sabe quién es el mentiroso y quién dice la verdad, la mayoría opta por el mentiroso.
Un diario que solo dice la verdad de los hechos tal cual está aconteciendo, vende poco; sin embargo aquel que maximiza un hecho banal para minimizar un hecho importante a los ojos de la población, ése va a vender mucho más. Es lo que se llama en la técnica de la comunicación como “Falsos positivos”
No hay comentarios:
Publicar un comentario