Toda vez que nuestros vecinos, los brasileños, hacen de las suyas en la frontera, despierta la ira de los paraguayos.
Hace unos días una patrullera de la Policía Federal brasileña ingresó a nuestro país, como Juan por su casa, persiguiendo a un malviviente. Infelizmente (para los brasileños) se les cruzó otra patrullera, paraguaya esta vez, y los detuvo: a los policías y al que estaba siendo perseguido. La noticia en sí no apareció en el periódico con grandes titulares, salió así nomás en medio de tantas otras informaciones, pero la reacción de los lectores fue de lo más furibundo. Se generó una guerra verbal entre un brasileño (Jr.) y el resto de los lectores con un fanatismo tal que la cosa llegó a la época del Mcal. López, pasando por Itaipú y los territorios anexados y por anexar.
Lo que deduzco de este artículo es que el paraguayo ama su país, pero de una manera equivocada. Defiende la soberanía del país, pero no cuida el lenguaje con la que lo defiende, al final eso empeora la situación. Sí, porque si por un lado defiende la soberanía del país, por el otro lado demuestra una total falta de formación intelectual. El paraguayo quiere defender su tierra, su patria, su gente y su cultura; pero, lastimosamente, no tiene argumentos; o sea, EL no conoce los argumentos. Entonces tiene que recurrir al GRITO, literalmente hablando, recurre al insulto, a la xenofobia innecesaria, extemporánea.
Parece que, a estar por los comentarios, los paraguayos no saben que HOY estamos INTEGRADOS en América Latina y que la xenofobia ya no tiene razón de ser. Hay vías para discutir, hay medios y argumentos para rebatir TODA Y CUALQUIER ofensa o tesis que queramos en bien de nuestro país.
Una cosa debe quedar clara: NO ES GRITANDO O INSULTANDO COMO VAMOS A ARREGLAR NUESTRAS DIFERENCIAS. Y, en una hipotética guerra, gane el país que gane, el ser humano siempre va a perder. Lo que siempre queda de una guerra es seres humanos muertos y un país en bancarrota con deudas hasta el cuello.
¿Los policías brasileños se equivocaron?, sin duda y feo, pero no va a ser pateándonos en la red con palabras soeces como vamos a poner las cosas en su lugar. Lo que hay que hacer en este caso es presionar a la cancillería a pedir explicaciones a su par brasileño y ya está. No sé si alguien se acordará del caso de los militares bolivianos que también entraron al país, como Juan por su casa Y SE LLEVARON A UN PARAGUAYO, nadie se enojó tanto por eso, incluso algunos justificaron la actitud de los bolivianos. Es raro esa xenofobia selectiva.
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