Mirando el cuento desde el otro lado
Había una vez, en un reino muy distante, un pastorcillo que se divertía engañando a la gente. Su vicio de mentir era tanta que lo apodaron el pastorcillo mentiroso.
El cuidaba de un rebaño en las afueras de la aldea y a veces cuando se sentía muy aburrido gritaba “Socorro que el lobo viene”, la gente corría despavorido para auxiliarlo pero cuando llegaba donde estaba él cuidando las ovejas el pastorcillo se reía a carcajadas y la gente se retiraba con mucha ira. Esto no ocurrió apenas una vez, fueron varias las veces en que el pastorcillo repitió su costumbre, hasta que la gente se harto y ya no le hacia caso las veces que gritaba.
Pero un día, el lobo vino de verdad y él grito por socorro, pero nadie vino a socorrerlo y las ovejas fueron devoradas por el lobo.
La moraleja todos la conocen, me dirán ahora “¿a que viene este cuento?”
Primer punto: ¿Que era más importante en toda la historia? Las ovejas o el pastor.
Traigo a colación este cuento porque me trataron de mentiroso y no quieren tener en cuenta mi grito de socorro; En vez de perder tiempo condenándome, ¿No seria mejor echar una mirada al rebaño de ovejas que, dicho sea de paso, ya pastan en un terreno árido, y ver si realmente no están en peligro?
Al pastor se lo puede suplantar, sacarlo del puesto, pero a las ovejas no. Peor aun las ovejas gritaron al unísono por socorro y ahora también están queriendo ignorar el grito de las ovejas ¿pueden las ovejas mentir? Evidente que no.
Es hora de que dejemos de lado nuestra ceguera y miremos a las cosas por su verdadero lado.
Si yo fuera mentiroso en mi función de comunicador social, (me sacaron sí por “plaguearme demasiado”) ¿podía una empresa mantenerme en la misma función por mas de diez años? De mi trabajo dependía el crédito y la audiencia de la emisora yo gracias a Dios, modestia aparte, mantuve en alto las dos cosas. Prueben lo contrario si pueden.
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