1º de Marzo
CARTA ABIERTA A LA PRINCESA DIANA DE ORLEANS-BRAGANÇA
Estimada Señora:
Si bien es cierto que las fronteras sólo las ponemos los hombres y que los límites a la convivencia no son montañas, ríos o líneas arbitrarias trazadas, la mayoría de las veces con sangre, sin embargo, no puedo obviar que su presencia en mi país insulta mi memoria histórica, y mis genes entran en una ebullición que intentaré contener en este descargo escrito que hago, más que con la esperanza de que a Ud. llegue a interesar, con la fe en que mis compatriotas deben despertar a la historia para no repetir los errores del pasado.
Sepa Ud. -por si no se ha informado-, que pese a que la historia la escriben los vencedores, en este país los vencidos también sabemos de una historia escrita en sangre y transmitida en los más fiables libros de la preservación generacional: la memoria popular. Entérese, por favor, que su bisabuelo, nacido como Luis Felipe María Fernando Gastón de Orleans, conocido como Conde D'Eu y casado con su bisabuela Isabel de Bragança, hija del emperador Pedro II del Brasil, es el más grande genocida que ha conocido la historia de las Américas.
Sepa Ud. que su bisabuelo, de dudosa reputación en cuanto a su conducta personal, se enmarcó en la persecución del comandante del Ejército Paraguayo, el entonces General Francisco Solano López, pero con dicho pretexto, aniquilando todo lo que encontraba a su paso, saqueando cuanta estancia o pueblo hallase en su camino, todo ello pese a que Asunción, capital del Paraguay, ya se hallaba bajo dominación de las tropas aliadas meses atrás.
Sepa Ud. que su bisabuelo, hoy héroe y cuasi santo para el Ejército de su país, cometió en Piribebuy, un humilde pueblo del interior del Paraguay, una de las atrocidades mayores de la guerra, en venganza por el asesinato de su "más que amigo" el Capitán Mena Barreto: mandó desguazar vivo al Capitán Pedro Pablo Caballero, quien defendía la plaza de Piribebuy cumpliendo con su misión de soldado, y aún no
satisfecho, mandó tapiar las puertas y ventanales de la Iglesia de Piribebuy convertida en hospital de sangre, y prenderle fuego con un número indeterminado de heridos, mujeres, ancianos y niños adentro, quienes murieron en ese evento calcinados sin poder salir de la trampa mortal que su bisabuelo cerró.
Sepa Ud. que, no contento con su carnaval de sangre, solo cuatro días después, cometía el crimen más horrendo que la historia de la humanidad recuerde: la matanza de niños en los campos de Acosta Ñu. Niños de entre 5 y 16 años eran lanceados y pasados a espada por las tropas brasileñas comandadas por su bisabuelo, en una desenfrenada orgía de muerte y destrucción.
Sepa Ud., por si no lo sabe, que hasta en la guerra existen códigos y en esta se violaron todos, la mayor parte por protagonismo de su bisabuelo en pocos días de desempeño.
Sepa Ud., Señora, que me rebelo con tan solo pensar que Ud. pueda estar pisando mi suelo, respirando mi aire y, para colmo, no reconociendo los errores del pasado que la historia grita a los cuatro vientos. Su culpa no es sólo llevar el apellido de su bisabuelo y recibir una jugosa pensión por su título nobiliario heredado, sino también hacer vista ciega y oídos sordos a los clamores históricos de este pueblo que aún no termina de reponerse de la sangría que le proporcionó tamaña contienda.
Sepa Ud., Señora, que hubiese hecho bien en quedarse en su país y guardarse sus mendicantes monedas con las que pretende lavar su apellido y blanquear su conciencia. Sepa Ud., que si quiere hacer algo por reivindicar el dolor de este pueblo, que todavía a 140 años de finalizada esa guerra espuria y bastarda, sigue recibiendo bofetadas de parte de gente como Ud., y debería solicitar formalmente la apertura de los Archivos Históricos que su país, comportándose como el Imperio que nunca dejó de ser, conserva aún bajo siete llaves en el temor de que nuestros reclamos toquen sus bolsillos o sus intereses, o que sus crímenes de lesa humanidad puedan ser llevados a una Corte Internacional, aun a casi siglo y medio de la felonía de esa guerra, para poder ser reparados como corresponde.
Sepa Ud., Señora, que los crímenes de su bisabuelo no prescriben. Así como la memoria de un pueblo que aún no cerró sus heridas porque no se lo permiten hacerlo.
Sepa Ud., Señora, que no es bienvenida a esta tierra y que cuando vuelva en el mes que prometió volver, espero lo haga con la conciencia tranquila de haber permitido a un pueblo reivindicarse con su historia, de reconocer que el sol no se tapa con un dedo y de que, indefectiblemente, los dinosaurios, aun los de la historia, van a desaparecer.
Prof. Dr. Miguel Ángel Velázquez Blanco
C.I.P. Número 759.867 Médico Neurocirujano; Miembro de la Academia de Historia Militar del Paraguay
Publicado en: Collectif Paraguay
3 comentarios:
Estimado Dr. Velázquez:
siendo oriental y por ende descendiente y heredero del oprobio de quienes fueron cómplices en dicho genocidio, estoy en un todo de acuerdo con Ud. Pero estimo que sería injusto hacer pagar a los bisnietos los hechos de sus bisabuelos, por más infelices que éstos sean, como es el caso. Desgraciadamente mi país bajo la desgraciada conducción del general Venancio Flores participó junto a Mitre y al emperador de Brasil en esa criminal campaña de lesa humanidad que fuera las guerra contra el Paraguay. Como oriental, me avergüenzo de estos hechos que no tienen justificación, como descendiente de militares que fueron obligados a participar de esa campaña maldita, mucho más. Sólo mitiga un tanto mi bochorno el que el general Máximo Santos -que no fuera más que un personaje olvidable de la historia de mi patria- entendiendo el dolor del pueblo paraguayo devolviese las banderas tomadas por el ejército al mando de Flores.
Pero creo que su carta a la descendiente del conde de Eu no mitiga las faltas cometidas por ese personaje ni ella en definitiva tiene la culpa de haber nado de esa familia. Desde Montevideo, le brindo la seguridad de mi más absoluto respeto, a Ud. y a la memoria de aquellos valientes hombres, mujeres y niños que defendieron con su sangre el suelo amado de la patria.
Que viva el Paraguay y mueran los tiranos en la memoria de los libres!
comparto absolutamente todo lo del comentario anterior, y agradezco suy extensa nota que me ha hecho tomar conoc9imiento de los terribles hechos acaecidos al noble pueblo paraguayo, ¿pero que cuylpa tiene la bisnieta de las atrocidades cometidas por su bisabuelo?
Dr. Velazquez
Aparentemente esta por venir de nuevo y la quieren condecorar. No puede ser!
No manejo los argumentos legales para exponer las razones,obvias para mi, que es una ofensa ademas de un absurdo que alguien pueda entregar a la bis nieta del genocida máximo de nuestra historia, el titulo de ciudadana ilustre?! Y ademas, si quisiésemos dejar de lado sus antepasados, que mérito tiene hoy ella para recibirlo?
Nuestra historia y héroes merecen respeto.
Este tipo de crímenes no prescriben, y ademas, seria justo conocer, y reconocer por parte de ella, su familia y el Brasil todo los errores cometidos y pedir perdón, y si la justicia lo contempla, Resarcimiento para nuestro país.
Seria ideal que usted pueda intervenir en caso que sea cierto que la quieren condecorar.
Atentos saludos,
melibogado@hotmail.com
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