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jueves, 6 de enero de 2011

Recuerdan a periodista Salvador Medina, a 10 años de su asesinato

Escribió Koki Figueredo, recordando al querido Salvador Medina.


Este 5 de enero de 2011, se cumplen diez años del asesinato a manos del crimen organizado de Salvador Medina Velázquez, un humilde periodista comunista- no en el sentido partidario- sino porque amaba profundamente a la gente y soñaba con un Paraguay igualitario donde todos puedan acceder a lo necesario y acabe la riqueza de unos pocos en detrimento de la miseria de las mayorías.


Por: Jorge David Figueredo, especial para ABC Digital

Recuerdan a periodista Salvador Medina, a 10 años de su asesinato
Salvador Medina Velázquez


Fuente: Archivo ABC Color
Al escribir sobre Salvador Medina, no puedo ni quiero ser imparcial parafraseando al reconocido periodista y estudioso de la mafia italiana Joan Queralt “Hay demasiados muertos en la crónica paraguaya de lucha contra la mafia, demasiadas víctimas, demasiado sufrimiento, demasiadas esperanzas traicionadas, demasiada impunidad como para afrontar esta recordación sin llamar a las cosas por su nombre, identificar a los verdaderos culpables y a sus cómplices” e intentar no olvidar como siempre hacemos los paraguayos, convirtiéndonos con nuestro silencio en verdugos de los mártires.

Él era un amigo de mis años juveniles en que soñábamos una Patria nueva, como dice una canción “libre de ataduras extrañas ni guerra entre hermanos”, pero por sobre todas las cosas que exista justicia social y sabíamos que eso solo era posible si nosotros los jóvenes en aquel entonces éramos protagonistas del cambio, que empieza por uno mismo, despojándonos de nuestro egoísmo de buscar solo nuestra comodidad para pensar en esa inmensa mayoría del pueblo paraguayo, que era sometido no solo a la miseria económica sino a la ignorancia por medio del fanatismo, el clientelismo político y la corrupción que se institucionalizó en el país creándose toda una cultura de la ilegalidad que hasta hoy en día está legitimada por la inmensa mayoría de los paraguayos.

No quiero ahondar en detalles de aquel atroz crimen que acabo con su vida, siendo el autor material Milciades Maylin, condenado a 25 años de pena privativa de libertad, sin embargo los autores mediatos o intelectuales jamás fueron ni siquiera procesados, ya que estaban ligados al poder político y económico dominante, que lideraban la mafia del tráfico de maderas y la marihuana en la comunidad de Capiibary, Departamento de San Pedro, distante unos 250 Kilómetros al noreste de la capital del país.

Sin embargo, quiero rescatar para las futuras generaciones lo que fue y seguirá siendo SALVADOR MEDINA VELAZQUEZ, un verdadero mártir del periodismo paraguayo, que hasta este momento no es valorado ni recordado como tiene que ser por los medios masivos de comunicación, porque él no formaba parte de los periodistas que trabajaban en medios comerciales como Santiago Leguizamón (también asesinado por la mafia) ni tampoco reunía el perfil de un hombre que buscaba la prensa para hacer réditos para fines personales pecuniarios o de otra índole; lo suyo era ser un quijote del periodismo paraguayo comunitario, alternativo, que peleó solitariamente contra los molinos de viento de este sistema capitalista criminal que todo lo compra y vende, que lo margino en vida ya que se sabe nunca trabajó como comunicador en un medio masivo comercial ni tampoco después de ser asesinado han reivindicado sus ideas y trayectoria de vida contra la mafia al servicio de la gente.
Él trabajo en una radio comunitaria de Capiibary, sin fines de lucro, llamada Ñemity FM , que en español significa sembrar; desde allí el denunciaba a los criminales del tráfico de maderas que arrasaban impunemente con lo poco que quedaba de nuestros bosques, y a los traficantes de droga, productora de tantas muertes tanto nacionales como extranjeras; ambas actividades delictivas también han generado incluso hasta hoy muchos asesinatos que en las crónicas policiales aparecen simplemente como “muertes por ajuste de cuentas”-como buscando justificarse este tipo de homicidios en que supuestamente caen abatidos soldados en guerra de grupos rivales que forman parte del crimen organizado-, sin que casi nunca se llegue a los verdaderos responsables de estos crímenes; este periodismo de combate, de lucha por la verdad y la justicia en que Salvador humildemente y casi anónimamente estuvo involucrado como guerrero de la justicia, sembrando no solo ideas,- ni tampoco hizo mero proselitismo a través de la radio en que muchos activistas sociales han caído olvidando sus raíces- sino dándonos con su testimonio de vida un ejemplo a seguir no solo por los verdaderos periodistas sino por cualquier ciudadano del mundo que desea acabar con este sistema criminal del cual todos formamos parte activa o pasivamente, ya que usamos o pedimos prestado muchas veces el dinero de los bancos, cuya fuente es legal e ilegal, pero al fin de cuentas todos usamos el dinero como dijera un santo definiéndolo como “el estiércol del demonio”, y así como escribiera el periodista e estigmatizado Giorgio Bongiovanni su abundancia genera una tranquilidad falsa en nuestras vidas, y su ausencia produce en nosotros preocupación, inseguridad, y malestar”.

Salvador Medina tiene que ser recordado no muerto o solo por medio de algún bonito discurso ocasional cada año, olvidado al día siguiente, sino que debemos ser conscientes que él está más vivo que nosotros que nos decimos cristianos o creyentes, y no realizamos las obras que él hizo. Sin embargo, el mayor homenaje que podemos hacerle es seguir sus pasos, tomar la posta que él nos dejó; ya que él fue consciente de la realidad que nos rodea. Él nunca vivió condicionado a la ilusión de los placeres materiales efímeros que el mundo nos ofrece, nunca tuvo vacaciones en su misión, grandes ahorros en el banco, ni casa propia adquirió, tampoco dispuso de tiempo para pensar en si mismo que por derecho natural le corresponde, pues no tuvo esposa ni hijos; es decir el es un verdadero justo, un revolucionario que deseaba auténticamente una nueva civilización; por eso entrego su vida por su amor desinteresado e incondicional a nosotros, por el bien de nuestros hijos y nietos, pues como escribiera el periodista y estigmatizado Giorgio Bongiovanni “ los pilares que soportan la solemne e imponente construcción del amor, de la paz y de la justicia son el sacrificio, la renuncia y elservicio. Estos son los valores que encarnan a los testigos de la verdad, los emúlos de Jesús.” Él, sin duda, se ungió de estos valores supremos, el era un mensajero que por medio de su programa radial buscaba despertar la conciencia de la gente, quitarle de la ignorancia en que vive, su estilo de hacer periodismo era una verdadera osadía en un país acostumbrado a una prensa y periodismo mercantilista, oportunista, manipulador de las informaciones, legitimador de las grandes desigualdades sociales aun vigentes en el país,- que criminaliza a las victimas y que defiende como perseguidos a los grandes delincuentes- que históricamente se beneficio económicamente de las mafias - que incluso actualmente esta promocionando la posibilidad de candidatarse a Presidente de la República del Paraguay, a Horacio Cartes, un conocido dirigente deportivo, multimillonario, y que según algunos intelectuales paraguayos baso la acumulación de su fortuna en actividades ilícitas ligadas al crimen organizado.
Pero el mayor aporte que Salvador Medina nos legó, y nos enseña con su vida según mi opinión y que es la causa de su martirio en este atormentado planeta, es que no se puede cambiar nada en la sociedad, ya sea en la familia, en los partidos políticos, en las religiones, en las diversas organizaciones civiles, dentro de uno mismo sino entregamos todo lo que tenemos por AMOR al prójimo, incluso la VIDA misma.
Finalmente a diez años de la desaparición física del amigo y compañero Salvador, ha sido una constante en mi vida sentir que el no ha muerto nunca, sino que vive en la voz y las piernas de periodistas como Giorgio Bongiovanni, Giulietto Chiesa, Lorenzo Baldo, Ana Petrozzi, jueces como Juan Alberto Rambaldo, Pablo Eguren, Antonino Di Matteo, fiscales como Antonio Ingroia, Luca Tescaroli y ciudadanos como Salvatore Borsellino, Leticia Battaglia y deseo desde lo más profundo del corazón poder hacer en mi país a favor de la justicia y contra la mafia con la misma fortaleza, integridad y honestidad que tuvo este mártir, aunque sea un grano de arena, a imitación de los que estos grandes hombres realizan cada día.

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