Las personas migrantes son el blanco de políticas injustas. Estas últimas, en detrimento de los derechos universalmente reconocidos a cada persona humana, generan oposiciones entre los seres humanos utilizando estrategias discriminatorias, basadas en la preferencia nacional, la pertenencia étnica o religiosa.
Esas políticas son impuestas por sistemas conservadores y hegemónicos que buscan mantener sus privilegios explotando la fuerza de trabajo física e intelectual de los migrantes. Para ello, utilizan las prerrogativas exorbitantes permitidas por la potencia arbitraria de los Estados-Nación y del sistema mundial de dominación.
Los migrantes se ven privados en todas partes del pleno ejercicio de su derecho a la libertad de circulación y de instalación sobre nuestro planeta. Se ven privados de sus derechos a la libertad y a la paz, así como también de sus derechos económicos, sociales, políticos y culturales.
Sólo una gran alianza de personas migrantes podrá promover el surgimiento de nuevos derechos para cada persona por su nacimiento, sin distinción de origen, color, sexo o credo. Para ello, la alianza de migrantes deberá articularse en torno a principios éticos que permitan que los migrantes contribuyan a la construcción de nuevas políticas económicas y sociales, a la elaboración de una nueva concepción de la territorialidad y del sistema de gobernanza mundial dominante en la actualidad, así como de su fundamento económico e ideológico.
Es por ello que nosotros, migrantes del mundo entero, a partir de las propuestas que hemos recibido desde 2006, sugerimos una amplia discusión a escala planetaria, con vistas a adoptar la presente Carta Mundial de los Migrantes en nuestro próximo encuentro en febrero de 2011 en la isla de Gorea, en Senegal.
Nuestra ambición es hacer valer, a partir de las situaciones que viven los migrantes en el mundo, el derecho para todos de poder circular e instalarse libremente sobre nuestro planeta y contribuir a la construcción de un mundo sin muros
Propuesta de Carta
Porque pertenecemos al planeta Tierra, todas las personas tenemos que poder circular e instalarnos en cualquier parte del planeta. Toda persona debe poder desplazarse libremente del campo hacia la ciudad, de la ciudad al campo, de una provincia a otra y de un país cualquiera hacia otro país.
Las leyes relativas a las visas, los permisos, las autorizaciones, así como todas las demás leyes que limitan la libertad de circulación e instalación deben ser derogadas.
Los migrantes del mundo entero deben gozar de los mismos derechos que los grupos nacionales y asumir las mismas responsabilidades en todos los ámbitos esenciales de la vida económica, política, cultural y social. Deben tener derecho a votar y a ser elegidos en cualquier órgano legislativo. Los migrantes deben tener derecho a hablar y compartir su lengua materna, a desarrollar y dar a conocer sus culturas y costumbres tradicionales y a practicar sus religiones.
Los migrantes deben gozar del mismo derecho a ejercer un comercio adonde lo deseen, a dedicarse a la industria o adoptar un oficio, manual o no, así como cualquier profesión permitida para los grupos nacionales, de manera tal de permitirles asumir su parte de responsabilidad en la producción de las riquezas necesarias para el desarrollo y la realización de todos.
La tierra debe ser repartida entre quienes la trabajan. Las restricciones a la propiedad de terrenos impuestas por razones de orden étnico y/o nacional deben ser abolidas a favor de una nueva visión de una relación responsable entre los seres humanos y la tierra.
Las personas migrantes, al igual que los grupos nacionales, deben ser iguales ante la ley. Nadie debe ser encarcelado, deportado o ver restringida su libertad sin que su causa haya sido justamente escuchada y defendida.
Toda ley que prevea una distinción basada en el origen nacional, la situación matrimonial y/o jurídica o las convicciones personales debe ser abolida.
Los derechos humanos son inalienables e indivisibles y deben ser los mismos para todos. La ley debe garantizar a todas las personas migrantes el derecho a la libertad de expresión, el derecho a organizarse, el derecho a la libertad de reunión, el derecho a publicar, practicar el culto y dar a sus hijos la educación que elijan.
El trabajo y la seguridad deben ser garantizados a todas las personas migrantes. Todos los trabajadores tienen derecho a unirse y formar sindicatos. Los migrantes deben recibir un salario igual a trabajo igual y tener la posibilidad de transferir el fruto de su trabajo, sin ningún tipo de restricción, contribuyendo al sistema de solidaridad necesario a la sociedad de residencia.
El acceso a la educación y a la instrucción debe garantizarse para las personas migrantes y sus hijos. La instrucción debe ser gratuita, universal e idéntica para todos los niños. Los estudios superiores y la formación técnica deben ser accesibles a todos en una nueva visión de diálogo entre las culturas. En la vida cultural, deportiva y educativa debe abolirse toda distinción que obedezca al origen nacional.
Las personas migrantes deben tener derecho a la vivienda. Toda persona debe tener derecho a habitar el lugar de su elección, vivir en un hábitat decente y mantener a su familia con confort y seguridad, del mismo modo que los grupos nacionales. Las personas migrantes aspiran a tener la oportunidad y la responsabilidad al igual que los grupos nacionales, y a enfrentar juntos los desafíos actuales (vivienda, alimentación, salud, realización...).
El objetivo de los principios enunciados en la Carta Mundial de los Migrantes es el de contribuir a la desaparición de todo sistema segregacionista y al advenimiento de un mundo plural, responsable y solidario.
Gorée (Senegal), 5 Febrero 2011.
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