¿Es Usted un paraguayo de bien? ¿Es Usted de los que quieren realmente el cambio en Paraguay?
¿Es Usted de los que están decepcionados con este nuevo gobierno? ¿Es de los que no aprueban un gobierno de izquierda?
Si es Usted un paraguayo de bien, ciertamente quiere un País mejor; ahora bien ¿Cree Usted que “plagueándonos” encontraremos el camino hacia ese nuevo Paraguay? Es evidente que no; al País que queremos hay que ponerle el hombro, hay ponerse a pensar en qué hace falta para que este País comience a andar de verdad.
Hay que reconocer que nuestro País, es decir, no la tierra sino la estructura socio – político – cultural, anda de muletas, tiene los miembros defectuosos, porque durante toda su vida sufrió varios “accidentes” (guerras, revoluciones y desgobiernos) que dejaron al País a merced de los peores males. Uno de esos males es el “cáncer” de la corrupción que se ha enquistado en la sociedad y parece llevar al país a un estado terminal, porque los anticuerpos que deberían “defenderlos” de ese mal están debilitados por falta de una desnutrición cultural aguda; un país que no lee, que está fanatizado por la “polca y el color” no ve los daños que está causando. El cáncer de la corrupción ha “cegado” a la mayor parte de la población que deberían erigirse en el anticuerpo capaz de defender al país contra ese mal. Las mieles de los “privilegios políticos” ha producido una “especie de diabetes placentera” en quienes disfrutan del sabor de esa miel y no consiguen vivir sin su dosis de azúcar de los privilegios de bienes mal habidos, del poder (apenas por el poder, no por el poder de hacer el bien por el País) y para mantener ese “privilegio” buscan “compartir una micro milésima parte de la dosis” con quienes podrían no estar de acuerdo con “sus vicios” y con eso también terminan por “enviciar” a los anticuerpos que se tornan “aliados de esa enfermedad”
Si queremos el cambio de verdad, debemos admitir que estamos enfermos y comenzar a buscar el antídoto, es decir comenzar a buscar la raíz de la “enfermedad” y sus consecuencias, tomar conciencia de que a veces, para curarnos de esa enfermedad debemos tomar remedios amargos, como el renunciar a las “mieles de los privilegios” que al final acaban siendo amargos en sus efectos. Entender que si hay corruptos es porque hay corruptores; si hay ladrones es porque hay gentes que buscan “ganar unos pesitos” comprando “más barato” cosas robadas, sin recibos ni orígenes verdaderos, entender que comprar harina de contrabando, por más barato que sea, acaba siendo mucho más caro para todos. Pagar impuestos es “repartir equitativamente las riquezas” y no “una carga para quienes trabajan” Un País que no recauda, solo tiene dos alternativas, vivir de limosnas o vivir en la miseria absoluta, con apenas algunos pocos “privilegiados ricos” que se tornan ricos gracias a la especulación y a la manipulación política.
Si es de los que no aprueban un “gobierno de izquierda” le invito a estudiar la política de izquierda implantada en muchos países, con gobiernos de derecha y que dan buenísimos resultados. Uno de esos ejemplos es este país que me acogió de brazos abiertos, el único país que aceptó mi pedido de refugio, dicho sea de paso, Francia tiene un gobierno de derecha, pero sus “capitalistas” aplican de manera tranquila la política de izquierda, porque saben que su mayor capital son los trabajadores y la clase pobre. Saben que “ayudar a los pobres con pequeñas mensualidades” hace que haya potenciales compradores todos los días, que haya gentes que compran comidas, vestimentas, remedios y hasta “diversiones” de las que “los ricos” sacan y sustentan sus riquezas.
Es hora de tomar ese medicamento contra el mal llamado corrupción, madre y raíz de todos los males que nos aqueja en nuestro querido Paraguay.
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