Que más quisiera yo................
Claro que el deseo de cualquier desterrado es la de volver a su País, así que las condiciones que lo desterraron estén anuladas, lo cual no es mi caso.
No es el simple cambio de gobierno el que me da esa seguridad, todavía hay impedimentos, y muy graves, para mí y mi familia. El grupo, al cual yo denuncié, aún tiene una estructura muy fuerte en la localidad y se necesitará todo un proceso para que este problema se subsane.
Sin embargo hoy puedo decir que hay fuertes esperanzas de que se haga justicia en los asesinatos que quedaron impunes en mi querida Yby Yaú, de modo que sus habitantes puedan trabajar con tranquilidad, sin miedo a que un día cualquiera sea asesinado por sicarios por el solo hecho de ser portador de informaciones referentes a estos grupos. Que los propietarios de tierras estén seguros que ningún macro productor le va a “correr” con pesticidas de uso prohibido.
Nace la esperanza de que ya no habrá manipuleo de los cargos públicos, ni chantaje a los funcionarios, esperanza de que los cargos públicos sean llenados por gentes realmente capaces y que trabajen en sus puestos. Hay esperanzas de que quien se esforzó para capacitarse tendrá un mercado laboral abierto a su disposición sin necesitar de padrinos.
En fin, hay muchas esperanzas pero debemos tener mucha cautela. Este proceso necesitará la comprensión y, sobre todo, la participación de todos, la democracia verdadera no se construye de la noche a la mañana, habrá incisiones dolorosas, pero necesarias. Tendremos que renunciar a ciertos relajos sociales empezar por aprender nuestras obligaciones como ciudadanos y ciudadanas, dejar de exigir solo nuestros derechos, sin cumplir en lo más mínimo con nuestras obligaciones. Debemos aprender a vivir sin el prebendarismo de la cultura de los “amigos” que privilegia a unos pocos en detrimento de la gran mayoría. En síntesis no pidamos milagros, por más Obispo sea nuestro electo Presidente.
No es el simple cambio de gobierno el que me da esa seguridad, todavía hay impedimentos, y muy graves, para mí y mi familia. El grupo, al cual yo denuncié, aún tiene una estructura muy fuerte en la localidad y se necesitará todo un proceso para que este problema se subsane.
Sin embargo hoy puedo decir que hay fuertes esperanzas de que se haga justicia en los asesinatos que quedaron impunes en mi querida Yby Yaú, de modo que sus habitantes puedan trabajar con tranquilidad, sin miedo a que un día cualquiera sea asesinado por sicarios por el solo hecho de ser portador de informaciones referentes a estos grupos. Que los propietarios de tierras estén seguros que ningún macro productor le va a “correr” con pesticidas de uso prohibido.
Nace la esperanza de que ya no habrá manipuleo de los cargos públicos, ni chantaje a los funcionarios, esperanza de que los cargos públicos sean llenados por gentes realmente capaces y que trabajen en sus puestos. Hay esperanzas de que quien se esforzó para capacitarse tendrá un mercado laboral abierto a su disposición sin necesitar de padrinos.
En fin, hay muchas esperanzas pero debemos tener mucha cautela. Este proceso necesitará la comprensión y, sobre todo, la participación de todos, la democracia verdadera no se construye de la noche a la mañana, habrá incisiones dolorosas, pero necesarias. Tendremos que renunciar a ciertos relajos sociales empezar por aprender nuestras obligaciones como ciudadanos y ciudadanas, dejar de exigir solo nuestros derechos, sin cumplir en lo más mínimo con nuestras obligaciones. Debemos aprender a vivir sin el prebendarismo de la cultura de los “amigos” que privilegia a unos pocos en detrimento de la gran mayoría. En síntesis no pidamos milagros, por más Obispo sea nuestro electo Presidente.
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