Por Osvaldo Domínguez Dibb
Diario La Nación
La filosofía del mendigo es aquella que considera que alguien debe hacer algo por quien lo pide. La filosofía del que progresa es la que surge del proverbio estadounidense que dice: “La única mano que estará siempre dispuesta a ayudarte se encuentra al final de tu brazo”.
Los estados que alimentan la filosofía del mendigo son siempre pobres, mientras que los que acatan la de los estadounidenses son los que progresan. Esto es un axioma que ningún economista ha logrado jamás refutar.
Lo que hoy exponen algunos periodistas y supuestos “analistas energéticos” es la filosofía del mendigo: Queremos mejor precio por nuestros excedentes de energía. No quieren utilizar la energía en el país, porque eso demanda esfuerzo, quieren una “ayuda comprensiva” del Brasil para un Paraguay pobre, doliente y de rodillas.
Esta gente, que llena las páginas de un periódico determinado con reclamos de mendigos, no comenta ni condena la actuación de todos los directorios paraguayos de Itaipú, que omitieron hacer lo que se debía hacer, para lograr percibir un estipendio en forma de limosna. Eso se organizó así porque si la energia era consumida aquí hubiera sido mucho más difícil robar y ocultar el robo. El Paraguay hoy no tiene distribuidora de electricidad en la margen derecha, ni consumidores intensivos en nuestro territorio porque los diferentes gobiernos y los sucesivos directorios no lo quisieron.
Los gobiernos paraguayos y los directorios de Itaipú obedeciendo sus órdenes, nunca quisieron consumir la energía de Itaipú. Lo que querían era una caja oculta, de la que se pudiera sacar dinero de forma incontrolada y eso es lo que lograron. A cada reclamo al Brasil, se le concedía algo importante contra unos dólares más. A los gobiernos, ni a los funcionarios, ni a los que hoy reclaman airados aumentos de precio, no les importó jamás que la energía sirviese para desarrollar el país. Solamente les importaba tender la mano y recibir, sin control, la dádiva brasileña.
Como los brasileños nunca fueron tontos, encontraron muy fácil comprar al Paraguay mediante pequeñas concesiones de precio y ninguna de cosas fundamentales. Todos los que hoy gritan a voz en cuello reclamando más dinero apoyaban la teoría del mendigo y ninguno se pronunció nunca por la utilización de la energía en el Paraguay.
Cuando Enzo Debernardi y Delfín Ugarte Centurión frustraron los intentos de utilización de la energía, ya sea en ferrocarriles eléctricos –que Debernardi condenó como de una obsolescencia insuperable, o en la fabricación de aluminios– Ugarte solicitó una coima insoportable a la empresa que vino a solicitar energía barata –La Reynolds– y el silencio cubrió esa verdadera traición. Nadie le echó jamás en cara al genio de la electricidad sus opiniones disparatadas sobre los trenes eléctricos, ni a Delfín Ugarte su actuación contra la empresa Reynolds.
Ahora, los silenciosos de ayer gritan que quieren más precio por los excedentes, y tratan de impedir, otra vez que la energía sea totalmente consumida en el Paraguay. Trabajan para el Brasil, sin duda alguna y para los deshonestos que se harán cargo de un dinero que no se puede controlar, para seguir sometiendo al país.
Con la energía consumida aquí el gobierno de Nicanor Duarte no hubiera podido acceder a millones de dólares incontrolables. Y esa es la razón por la que gente que hace calculitos y sueña con precios irreales para tapar el verdadero problema que es el del desarrollo del país.
Yo creo que el nuevo gobierno no debe cometer el error de dejarse engatusar con el cuento del “precio justo” de los excedentes y debe establecer una estrategia para atraer los grandes capitales para consumir aquí la energía que nos pondrá en el mapa. Si cae en la trampa, se pasará otros treinta años ladrando a la Luna, aunque tal vez bien pagado por el Brasil que no quiere que el Paraguay utilice su propia energía en su propio país.
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