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martes, 3 de diciembre de 2013

Refugo de las "Listas sábana"

Fuente: Editorial ABC color

Como bien sabemos los habitantes de este país, el sistema de las llamadas “listas sábana” es una restricción arbitraria impuesta a la ciudadanía, consistente en que solamente las personas incluidas en sus nóminas por los partidos políticos puedan ser efectivamente elegidas. Nos obligan a votar solamente por algunos previamente elegidos por otros. De modo que este repudiable régimen de “representación”, que permite entronizar en el Congreso a sanguijuelas parásitas que padecemos en este país, le fue impuesto a la ciudadanía por los legisladores, es decir, por las mismas personas que se benefician de él. Se trata de un pérfido sistema que permite a quienes integran y manejan las cúpulas de las organizaciones políticas tener el inmenso e indebido privilegio y la suprema potestad de asegurarse de que ellos mismos, en primer lugar, y sus íntimos y leales, después, figuren en los primeros lugares de las listas de candidatos y candidatas.
Como bien sabemos los habitantes de este país, el sistema de las llamadas “listas sábana” es una restricción arbitraria impuesta a la ciudadanía, consistente en que solamente las personas incluidas en sus nóminas por los partidos políticos pueden ser efectivamente elegidas. Nos obligan a votar solamente por algunos previamente elegidos por otros.
Las “listas sábana” son producto del Código Electoral, que dice: “Los convencionales constituyentes, senadores, diputados y parlamentarios del Mercosur, miembros de las Juntas Departamentales y municipales serán elegidos en comicios directos por medio del sistema de listas cerradas y de representación proporcional” (Art. 258).
De modo que este repudiable régimen de “representación”, que permite entronizar en el Congreso a sanguijuelas parásitas que padecemos en este país, le fue impuesto a la ciudadanía por los legisladores, es decir, por las mismas personas que se benefician de él, que lo utilizan para hacerse miembros del Congreso, para ganar impunidad y para dedicarse a succionar fondos públicos, para engrosar sus bolsillos y colocar en los puestos públicos a sus parientes, allegados, recomendados especiales, parejas, vecinos, amantes y testaferros, como justamente se está comprobando en estos amargos días.
El régimen de listas cerradas constituye un pérfido sistema que permite a quienes integran y manejan las cúpulas de las organizaciones políticas tener el inmenso e indebido privilegio y la suprema potestad de asegurarse de que ellos mismos, en primer lugar, y sus íntimos y leales, después, figuren en los primeros lugares de las listas de candidatos y candidatas.
El año pasado, los cerebros que manejan el aparato de reproducción del régimen de perpetuación política, apremiados por el clamor popular y la presión de la opinión pública, se propusieron suavizar algo el mecanismo tramposo y esencialmente antidemocrático de las “listas sábana” introduciendo una modificación en la ley, mediante la cual se dejaba al elector la posibilidad de elegir o marcar un nombre de entre todos los de cada lista de candidatos, para darle su voto, de modo que ese voto sumara a favor de la persona escogida. Se decía que, con este régimen, los individuos que más votos recogieran de la ciudadanía ocuparían los primeros puestos de las listas.
Falso, engañoso e ilusorio, porque, siendo que el voto se daba simultáneamente al partido y a la persona individualizada, en realidad toda la lista partidaria recibía el voto del elector, y, con el sistema D’Hondt, para que un candidato de la parte inferior de las listas supere a los de arriba, tiene que duplicar o triplicar la ventaja numérica, cosa que en la práctica de los últimos comicios se demostró imposible.
De modo que los senadores y diputados que tenemos en la actualidad, cuya verdadera calidad moral (salvo honrosas excepciones) está tan fielmente representada por “las 23 niñeras del senador Víctor Bogado”, son un refugo directo de nuestro sistema electoral.
Lo que significa que esos 23 y otros legisladores, concejales departamentales y municipales que fueron electos bajo ese régimen antidemocrático y se comportan con la misma mentalidad y moralidad que los mencionados senadores, son el producto directo de las “listas sábana”. Esta irregularidad se viene denunciando desde hace años en los medios de prensa.
Hasta que la ciudadanía honesta y preocupada por la suerte del país, hasta que las personas que hoy manifiestan su indignación y los jóvenes que se preparan para ingresar al mundo político para asumir sus derechos y obligaciones cívicas no se ocupen de esta anormal situación, la media docena de caudillos que manejan las cúpulas partidarias y sus movimientos internos continuarán siendo los únicos y reales electores que tenga este país.
Así como el sistema de voto directo, con sus aciertos y fracasos, contribuyó a robustecer la democracia electoral en nuestro país, más significativamente contribuirá la eliminación de las “listas sábana” cuando se la obtenga, más temprano que tarde. Entonces se podrá decir que, si en el Congreso y en los demás órganos colegiados electivos hay bandidos y sinvergüenzas, es porque fueron elegidos y votados por nosotros sus electores, que entonces sabremos si hicimos bien o mal en favorecerlos y, eventualmente, ya sabremos qué hacer en las próximas elecciones.
Pero, mientras tanto, que los Bogado, Oviedo Matto, Galaverna, Ovelar, Zulma Gómez, Gómez Verlangieri, Vera Bejarano, Nimia Carísimo, Ferreira de López, González Daher y demás no tengan el caradurismo de manifestar que fueron elegidos por “el pueblo”; que digan simplemente que fueron votados. Al menos, que liberen al pueblo verdadero, a la ciudadanía democrática de este país, de la vergüenza de quedar asociados a sus nombres y sus fechorías, y de sentirse responsables de ellos ante el futuro.
Las personas que están luchando por cambiar las partes podridas de nuestra política tienen que ejercer mucha mayor presión sobre los legisladores para que modifiquen drásticamente el sistema de elección, de forma tal que las “listas sábana” desaparezcan para siempre, definitivamente, íntegramente, sin dejar un solo rastro de vicio tras de sí, que pasen a formar parte de las páginas negras de nuestra historia política.
Por supuesto, esto no nos garantizará que en el futuro gocemos de cámaras legislativas integradas por ángeles y arcángeles, pero al menos los descarados y sinvergüenzas no formarán mayoría, como ahora, y no podrán ganar votaciones tramposamente para hacerse impunes ante la justicia y eternizarse en sus cargos, rodeados de todas las ventajas y privilegios indebidos que ellos mismos, haciendo mal uso de sus facultades, se aseguran para sí, mientras sus electores padecen necesidades elementales.
Debemos luchar por mejorar nuestro país, luchar por un país sin “listas sábana”, en el que las garrapatas que succionan la sangre del pueblo no constituyan mayoría en ningún cuerpo político, en ninguna elección, nunca más.

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