La chipa, el tentempié más popular de Paraguay y un
símbolo de su identidad
Chema Orozco
Asunción, 11
ene (EFE).- La chipa, un panecillo salado elaborado a base de almidón de
mandioca y queso, sobrevive a través de los siglos en Paraguay como el
tentempié nacional por excelencia y un singular exponente del mestizaje
cultural hispano guaraní.
Prueba de su
vigencia son sus variedades, hasta setenta, las cuales siguen componiendo el
desayuno y la merienda tradicional del país.
Todas tienen un
dominador común: la mandioca, originaría de América, a la que se añade carne
vacuna, del ganado llevado a tierras guaraníes por los conquistadores y
evangelizadores españoles.
Muchos ubican
su origen en las Reducciones Jesuíticas, los pueblos para albergar a los
nativos guaraníes establecidos por la orden de San Ignacio a partir del XVII en
Paraguay y partes de Brasil y Argentina.
Sin embargo
algunas voces difieren de esa interpretación.
"No hay
que olvidar que los franciscanos, que llegaron a Paraguay antes que los
jesuitas, también fundaron reducciones. En cualquier caso, fueron los españoles
los que trajeron el ganado y con ello los ingredientes para una dieta
nueva", dijo a Efe la historiadora paraguaya Margarita Miró.
Resultado de
ese encuentro fue el sincretismo gastronómico, del que la chipa es un testigo
viviente.
"Los
guaraníes, que eran un pueblo sedentario, tenían su propio sistema alimentario,
parte basado en una torta de harina de mandioca y de maíz. Con el contacto se
añaden los huevos, la leche y el queso, y sale la chipa", explicó Miró.
Más allá de un
mero cruce gastronómico, Miró defiende que el aporte misionero elevó la chipa a
la condición de "pan sagrado", estando presente en los ritos del
primer catolicismo guaraní.
"Debido a
que no tiene levadura, el consumo de chipa se incluyó en los ritos de la
Navidad, la Semana Santa o el Día de la Cruz; y no se descarta que a veces
fuera utilizado en la consagración de la misa", apuntó la historiadora.
Por todas esas
razones, Miró, autora del libro "La Alimentación y la Religiosidad
Paraguaya", sostiene que la chipa es una de las herramientas que forjaron
la identidad nacional de los paraguayos.
Se comprueba en
cualquier pueblo o ciudad de Paraguay, y en especial en las calles de Asunción,
donde las chiperas venden su producto desde primeras horas de la mañana hasta
bien entrada la tarde.
En muchos
puestos, la chipa se oferta con un vaso caliente de "mate cocido", el
popular "té paraguayo", que puede servirse coloreado con leche y
endulzado con azúcar.
Además, la
chipa ha pasado de ser una pequeña actividad comercial a toda una industria en
Paraguay.
Un ejemplo es
la empresa Hijas de Feliciana Fariña, establecida en Asunción en 1952, que
empezó a elaborarlas en la villa de Caacupé, a unos 50 kilómetros de la
capital.
Hoy la firma,
dirigida por las cuatro hijas de Doña Feliciana, la fundadora, cuenta con más
de un decena de establecimientos de venta en la capital paraguaya y da trabajo
a 60 personas.
"Actualmente
producimos unas 7.000 unidades diarias de chipa, pero no creo que hayamos
perdido el sabor original que nos legó nuestra madre", dijo a Efe, Andresa
Fariña, una de las hermanas que dirigen el negocio.
La fábrica
produce y hornea diversas clases de chipa como la "guasú" (grande en
guaraní), la "pirú" (pequeñas rosquillas) o la "mestiza",
que mezcla almidón de mandioca con harina de maíz, todas con un toque de anís.
Sin embargo, la
más solicitada es la "chipa almidón", que lleva huevo, queso de vaca
algo curado, leche en polvo y grasa vegetal, lo que la hace, según Fariña, apta
para celíacos, que no pueden ingerir gluten.
La segunda
variedad más vendida es la "chipa so’o", rellena con carne picada de
vacuno y, por sus calorías, más recomendable para el almuerzo y para quienes no
tienen problemas de sobrepeso.
Son algunas de
la multitud de variaciones de la chipa en Paraguay, una de las banderas
gastronómicas del país.
jm/cma/cat
No hay comentarios:
Publicar un comentario