Y llego el 2.009, como llegan todos los años “nuevos”, mucha gente renueva esperanzas, como si el inicio del año fuera una especie de milagro que todo lo puede cambiar. Y para esa renovación no existe el límite, TODO puede cambiar, según las esperanzas de la gente.
La fé es un motor que puede “mover” montañas; esa fé salpicada de persistencia, trabajo, tenacidad y ENTREGA. Esta introducción me recuerda el cuento del hombre cuyo padre había construido su casa al pie de una montaña, en realidad la población estaba rodeada de una especie de cordillera, a él nunca le gusto ver aquella montaña frente a su puerta, siempre le dijo a su padre que algún día crecería y haría con que esa montaña desapareciese de su vista, este hombre carecía de toda y cualquier herramienta que posibilitase tal hazaña. Al morir su padre quedo solo y comenzó a obsesionarse en la posibilidad de quitar la montaña de aquel lugar, tomo un pico y una pala y allá se fue a desafiar a la montaña, todas las mañanas, subía a la cima, pico y pala al hombro, así por años, sin que nadie percibiera ningún cambio en la montaña. Sus amigos se burlaban de él, luego se hizo de una familia, le nacieron hijos y éstos también lo encontraron un poco loco en su idea de mudar la montaña, terminada sus tareas en la pequeña huerta que cultivaba, luego de cuidar de su pequeño rebaño de cabras y algunos animales domésticos que tenia allá se iba él, pico y pala al hombro, subía a la cima de la montaña y desaparecía hasta entrada la noche, como la montaña tapaba toda la pequeña población al panorama del otro lado, casi nadie iba hacia aquel lado, la gente de aquel pequeño poblado vivía allí aislado, no necesitaban salir a ningún lado, entre ellos tenían todo lo necesario, criaban, tejían, conversaban fabricaban sus propias bebidas, en fin, aquella especie de hueco natural era todo lo que tenían “por mundo”. El hombre de nuestro cuento quería salir de aquello, quería saber qué había más allá y contemplarlo cada día, además por causa de aquella montaña el sol se escondía mas temprano de la visión de aquella gente y eso no le gustaba a este hombre, sus hijos nunca quisieron saber de acompañarlo, él jamás los obligó, hasta que un día uno de sus hijos, el menor, pues tenía tres, se aprestó a acompañarlo y subieron a la cima de la montaña, ahora junto al hijo con pico y pala al hombro, cuando allá llegaron el hijo vio el gran agujero que el padre había hecho en la montaña, mirando hacia abajo, del otro lado vio la inmensa cantidad de piedras que su padre había ido retirando de dentro de la montaña y que los fue dispersando al otro lado de la misma formando una especie de caminero, aquella visión sorprendió gratamente al hijo de éste hombre y pareciera que la tenacidad del padre sumado a lo que estaba contemplando desde arriba le dio mucho más coraje aun y puso toda su energía para ayudar a su padre en la tarea que hacía años venía realizando, al volver a casa aquella noche, relató a sus hermanos lo que había visto, al día siguiente ya fueron los cuatro a “quitar” la montaña. En los muchos años de trabajo aquel hombre había ya dejado casi que totalmente hueco aquella parte de la montaña. Sus hijos creían que era imposible hacer desaparecer aquella montaña, ya habían trabajado sacando piedras por años, el padre de ellos ya estaba muy anciano, los demás pobladores extendían sus burlas a los hijos del hombre, pero el hombre no desistía, hasta que un día, luego de una gran tormenta que había caído durante la noche, despertaron y salieron al exterior, al abrir la puerta, la montaña ya no estaba en pie ante la puerta, estaba esparcida cubierta de arboles caído, el trabajo hecho por el hombre fue tan inteligente que la montaña “cayó” justo en su mismo lugar, es decir la débil capa de piedra no soporto la tormenta y se vino abajo, dejando al descubierto una bellísima pradera al otro lado con un caminero de piedras que el hombre había construido sacando piedras de la misma montaña.
Este cuento en realidad tiene dos mensajes, ¿Somos el hombre tenaz, que sin hacer caso de burlas ni obstáculos vamos en pos de nuestras metas? O somos la montaña que nos dejamos carcomer por la “fuerza de los otros” y por las circunstancias adversas y un día cualquiera de una fuerte crisis, de las tantas que azotan nuestras vidas, finalmente caemos, porque ya estábamos huecos, vacios por dentro, ya no tenemos estructura para soportar los embates de la adversidad.
2.009 un buen punto de partida para repensar qué somos, el hombre persistente y tenaz o la montaña, sin voluntad propia y sin metas.
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