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miércoles, 20 de octubre de 2010

Carta ciudadana desde el Paraguay

Este artículo puede que les parezca repetitivo, pero es un artículo enviado por un gran amigo y me place saber que hay gente que piensa en nuestro planeta como nuestro hábitat y no apenas como algo que debe darnos más y más ganancias.

Bill Morrison y el permacultivo:

Una filosofía para la vida.

Conocí a Bill Morrison un australiano que ama a la tierra por sobre todas las cosas―, a través de un vídeo que me trajo un amigo músico y también amante de la naturaleza. Me gustaría que lo vieran todos los periodistas que abogan por la agricultura intensiva y el monocultivo… y aborrecen todo pensamiento alternativo en favor de la madre tierra. Esa madre agredida por la inconsciencia de quienes sólo buscan dinero y lucros inmediatos; pero olvidan que la tierra es fuente de vida para todos. Desde el aire que respiramos, el agua que bebemos y los alimentos que nos brinda cotidianamente.

De acuerdo a sus propias palabras… y experiencias, la agricultura moderna NO busca paliar el hambre o alimentar a la humanidad, sino simplemente hacer dinero rápido con los menores costes posibles.

Sabido es que un solo peón-esclavo con un tractor puede manejar hasta 500 hectáreas… con agrotóxicos, abono químico y maquinaria. La utilización de mano de obra en la agricultura empresarial es casi nula.

También esa pren$a concubinada con la S.I.P. defiende ese “modelo”, sin detenerse a pensar que el agronegocio es la “cultura de la muerte” y no para la vida, ya que asesina bosques, extermina la biodiversidad, envenena agua, tierra y aire, provoca sequías y alteraciones climáticas… para engordar ganado para los países ricos o agrocombustible para máquinas.

La cacareada “revoluición verde” no tardará en convertir nuestros escasos bosques en desierto verde, tras la erosión y el retroceso del régimen natural de lluvias “gracias” a la ganadería extensiva y el monocultivo.

Bill Morrison ha convertido ¡en cinco años! Un erial australiano en un ubérrimo bosque donde abunda toda clase de frutas y hortalizas… a un coste mínimo. Ahora ha recorrido más de cincuenta países a llevar la buena nueva de la abundancia. Especialmente a aquellos que han sido desertificados por la agresión del hombre. Hace poco fue galardonado con el Right Livelihood Award, o “Nobel altenativo”, por sus revolucionarios métodos agrícolas basados en el respeto a la naturaleza e integración con ella y sus criaturas.

Morrison dice, con una pícara sonrisa: “―Sin salir de mi vivienda, puedo surtirme de verduras, patatas, guisantes, frutos de estación y hasta me sobra para los animales del bosque (salvajes y domésticos) y nadie pasa hambre. Todos formamos parte de una cadena y todos hacemos nuestra parte en ella…”.

El método de Morrison fue ingeniosamente creativo. “―He tomado periódicos desinformadores y los esparcí por sobre el suelo, dejando debajo de ellos semillas de guisantes, patatas y semillas de árboles frutales. Esto impedía a los hierbajos crecer, me ahorraba el trabajo de cavar y carpir; retenía la humedad de las lluvias y el sereno nocturno; además del calor solar. Sólo me quedaba descansar hasta que la naturaleza convirtiera esas malas noticias y publicidad consumista en abundancia. Sólo debía cambiar los periódicos cada quincena y esparcir paja y ramas encima de ellos. En menos de dos meses… ya tenía abundancia de hortalizas y en dos años abundancia de frutas”.

Un lote de cien metros cuadrados basta para alimentar a una familia y compartir excedentes con los vecinos. Al aumentar el régimen de lluvias gracias al bosque circundante, pudo tener un estanque y criar carpas y tilapias para consumo. Y ni hablar de los huevos y la leche que obtenía de dos vacas que pacen libremente y sin temor de la amenaza del matarife.

Si esas enseñanzas cundieran en nuestro empobrecido San Pedro… habrían suficientes alimentos sin recurrir a la eternamente postergada “reforma agraria” ni a capital usurario, local o exógeno. Tampoco harían falta “ocupaciones” de facto ni EPP alguno. El bosque lo haría todo: fertilizar el suelo y el suelo proveería los alimentos en la cadena final.

Retornaría entonces el ya desaparecido “Mboriahu rygüatã” para todos los hogares paraguayos.

Chester Swann

Agradezco a mi amigo Aldo Báez por este excelente material, que debería ser difundido por el Ministerio de Educación en todas las instituciones del país.

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