La reunión del G20 se ha centrado en buscar la confianza del aspecto financiero en los grandes bancos mundiales, es decir que la crisis “financiera” es más importante que el hambre y la guerra en todo el mundo.
Los gobiernos de los países poderosos han decidido inyectar una gran cantidad de “capital” para salvar al sector, un sector que de hecho no la necesita, un sector que siempre ha jugado el peor papel en la sociedad mundial manejando la especulación como arma para ganar mas y mas a costa del desempleo, la migración, la disgregación de la familia y el hambre en el mundo entero.
Hablan de una administración transparente y vigilada, ¿de quienes? ¿De los bancos o de ellos mismos? Es bien sabido que los grandes capitalistas rechazan cualquier control foráneo y sus informes son escuetos y grandilocuentes, nada sinceros. Son informes basados en “supuestos logros”, en ellas no cuentan los graves problemas que causan sus políticas económicas en países endeudados. Ellos exigen y cobran sus intereses y ya está. Peor aún, sacan informes en la que “califica” a los países deudores como morosos o como buenos cumplidores, considerando como único parámetro el pago en día del capital y los altos intereses de la deuda contraída, en esos informes no se consideran los cortes sociales que tal o cual País tuvo que adoptar para cumplir con ese compromiso, ni siquiera se considera si la deuda cobrada es legal, mucho menos la alta tasa de interés que fue obligado a pagar.
Yo soy partidario absoluto de que estos bancos deben ser intervenidos, cada una de las deudas sometidas a una rigurosa investigación, caso por caso, País por País. Analizar en profundidad a qué tipo de gobierno se le ha concedido esos créditos; a partir de allí podremos hablar de un capitalismo sano y podremos apoyar a estos caníbales modernos del siglo XXI.
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