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lunes, 6 de abril de 2009

La Prensa y el Poder

Los gobernantes que cierran medios de comunicación con el fin de acallar la opinión pública, se equivocan de cabo a rabo. No es acallando a la prensa como van a esconder sus debilidades y falencias, en muchos casos gravísimos.

La prensa, libre y soberana, juega un papel importante en la transparencia de la administración pública. Cuando hablamos de libre y soberana nos referimos a que sea libre de toda y cualquier influencia que no sea la de ejercer la libre información de los hechos.

Una prensa libre y soberana, debe estar sujeta a reglas, sean éticas, morales o técnicas, incluso de mercado. ¿Hay contradicción en esto? Yo pienso que no, pues en el ejercicio de la “LIBERTAD DE EXPRESION” debe primar la decencia, la sana convivencia y la “verdadera información” que mueva a la ciudadanía a formar opinión seria y justa sobre los temas que atañen al cotidiano del País.

La prensa es una mercadería de primera necesidad y de vital importancia para la “salud social, cívica y cultural” de un País. Cualquier País con una prensa cercenada u “orientada” es un País enfermo, débil y pobre.

Ahora hay un problema que muchos no acaban de entender, pareciera que el titulo de “CUARTO PODER” se les subió a la cabeza y se creen los dioses del Olimpo, no admiten criticas de ninguna laya. Guay de quienes osen criticar su línea de pensamiento, o se permitan criticar cualquiera de sus “campañas” en defensa de algún tipo de política, sea económica o de interés social.

Aquí debe primar el equilibrio de “poder” que “supuestamente” esta en juego. Este poder no es propiedad del periodista ni del gobernante, ambos poderes son del pueblo (consumidor y gobernado), son éstos los que eligen el tipo de lectura que prefieren y son éstos los que, en un País “realmente democrático”, eligen a sus gobernantes, es decir que el poder de informar y el de gobernar les es concedida por el pueblo.

Si el periodista quiere “imponer” sus ideas como la “verdad absoluta” y el gobernante quiere decidir sobre la vida y el pensamiento de sus conciudadanos, ambas se convierten en fascismo.

Los detentores de ambos poderes deben hacerse, urgentemente, un mea culpa y aceptar sus debilidades, buscar un punto de convergencia entre todas las ideas y administrar, cada uno su área, en bien de toda la gente. Basta de manipulación de la información, basta de querer acallar a la prensa, porque, bien o mal, es la única herramienta capaz de transparentar la administración pública y sustentar la democracia.

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