Montanaro y la justicia

La comedia de la llegada de Sabino Augusto Montanaro al País ha desatado una sicosis colectiva.
Aquí hay una sola cosa a hacer, meter en la cárcel a Sabino Augusto Montanaro, sin más dilaciones, allá en Tacumbú hay una enfermería, que se lo cuide allí con la misma “deferencia” que los demás presos.
Yo tengo una sola cosa a recordar a la gente, Montanaro se burlaba de quien solicitaba “atención médica” luego de haber pasado por una serie de graves torturas, las pocas personas que osaron pedir la asistencia médica, solo recibieron en respuesta otra sesión de tortura o entonces eran desaparecidas sumariamente.
No me pidan ser misericordioso, porque, ni él ni su esbirro Pastor Coronel lo fueron con las víctimas de la dictadura, ni siquiera la panza de una embarazada a poco de parir conmovía a estos criminales.
Montanaro recorría, personalmente, las dependencias de la técnica una vez a la semana, así como también iba a ver cómo estaban los presos políticos dispersos en diferentes reclusorios y se regodeaba al saber que alguien casi había fallecido a causa de las tortura ¡Así aprenderán a no conspirar contra Mi General!, solía decir. Pero más que meterlo en la cárcel, lo que se debe hacer es sacarle todo lo que ha robado a lo largo del tiempo que duró en el poder. Propiedades rurales y urbanas de la que se apropiaron, tanto él como los demás que conformaron el entorno de la Dictadura. Ninguna medida de castigo será suficiente, ni devolverá lo que esta gente ha robado a miles de paraguayos. De todos modos sería muy bueno que probara un poco el sabor de la cárcel aunque más no sea por algún corto tiempo.