Dicen que el pez cae por la boca, este mismo dictado podría aplicarse también para el goloso o el ambicioso, como el fiscal Gamba. Está probado que ya había admitido una “coima” de Víctor Bernal y que quería algo más, lo que probablemente Gamba no supo medir fueron las consecuencias “nefastas” de sus ambiciones y eso fue lo que le condenó; eso fue lo que le destruyó como profesional. Hoy Gamba es un cadáver social y profesional, capaz de que, por un buen tiempo al menos, no pueda ejercer ni la profesión de abogado y digo por un buen tiempo porque el paraguayito olvida y perdona tan rápido como fácil.
Víctor Bernal fue extremamente inteligente usando la ambición de Gamba para librarse de su más tenaz perseguidor quien estaba demasiado cerca de enviarlo tras las rejas, peor aún, podría dejarlo sin sus fueros, sin sus privilegios políticos y sociales, de ahí para despojarle de algunos de los bienes mal habidos en su poder sería un paso muy corto y eso sí sería terrible. Gamba ya le estaba sacando algún dinero a Bernal, algo había que hacer para que este fiscal no siga chantajeando, habrá pensado Bernal y no encontró mejor manera de matar dos pájaros de un solo escopetazo que la de aceptar otra “ronda de negociación” con Gamba, con un pequeño detalle, denunciaría a Gamba, conseguiría autorización para grabar la entrevista o entonces grabaría la entrevista y la entrega de una suma de dinero, Gamba caería como un chorlito, lo que daría en un final triunfal para el “impoluto” Víctor Bernal, que gracias al ambicioso Gamba consiguió “demostrar” que era “un perseguido” “un chantajeado” casi un santo, eso es lo que la prensa que distorsiona consigue, dándole más énfasis al hecho del chantaje de Gamba, Bernal apareció como la víctima.
Lo peor es que Gamba, con esa actitud, echó por tierra un trabajo meticuloso de investigación de la única periodista que tuvo el coraje de investigar, publicar y dar un seguimiento al caso Víctor Bernal, Itaipú y el desvío de fondos, ni quiero imaginarme cómo se habrá sentido Mabel cuando vio lo de Gamba. Fuera yo haría una campaña para tornarlo un apátrida. Un atorrante como Gamba ni merece ser llamado paraguayo
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