Una de las maneras más antiguas de explotación de menores aún sigue vigente en Paraguay bajo la figura de “criadita” o “criadito”.
Son criaturas traídas por personas amigas o parientes cercanos de los padres de estos menores, bajo la promesa de que tendrán escuela, casa y comida, en la mayoría de los casos son hijos e hijas de familias muy pobres y con escasa preparación escolar.
Estos menores son explotados en trabajos de la casa; deben levantarse temprano, limpiar el patio de la casa y la casa entera, hacer la cama de los dueños de casa y toda su prole, lavar la ropa, dependiendo de la edad cocinan, cuidan de niños todo eso sin recibir más que ropas usadas y algún que otro útil escolar. No tiene horario de trabajo, se despierta más temprano que todos los demás de la casa y se acuesta después que todos, porque tiene que atender a todas las exigencias de los “habitantes” de la casa en sus más mínimos caprichos.
Uno de esos caprichos, no tan “mínimo”, es el “sexual” niños de ambos sexo son objetos sexuales en la casa de familias más pudientes, si es una nena se la cría para que sea la “primera vez” del hijo de los dueños de casa, si es varón en algunos casos sirve para las “taras sexuales” de algún miembro de la familia.
Como si todo eso fuera poco, estos menores son también objetos de castigos físicos y psicológicos.
La pregunta del millón ¿Qué se hizo, o se hace en este ámbito a favor de estos menores?
Millones de dólares se reciben en nombre de la defensa de los derechos del menor, sin embargo todo ese sistema sigue perfectamente funcionando para deleite de los explotadores y para desgracia de estos menores
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